Apenas él con sutileza le tocaba a ella; se le aceleraba con Ãmpetu el corazón y caÃan en el sueño profundo, en una salvaje ilusión, en momentos exasperantes.
Cada vez que él procuraba acercarse más a su piel, se encontraba con un quejido que no le pedÃa menos y tenÃa que envolverse en sus paisajes serenos, desde el carmesà de sus labios; hasta los cristales marrones, sintiendo poco a poco ambas figuras que se descubrieron, y se estaban conociendo, queriendo, hasta quedarse tendidos; sentir el vaivén del placer, al que se han dejado caer en el desenfreno del amor.
Y sin embargo apenas era el principio, porque en un momento dado ella se tornulaba al no querer dejarlo ir, insistiendo en el que él aproximará suavemente sus manos.
Apenas el sueño relucÃa algo como un mártir al odio, al flor del deleite con un sentimiento de amor, de pronto el ritmo sublime del empalme de sus almas. ¡Evohé! ¡Evohé!
Colapsados en el tiempo, se sentÃan elevados al lÃmite del goce, perplejos y satisfechos conocedores de ellos mismos.
Temblando se vencÃan los músculos y todo se resolvÃa en un suspiro profundo, que resumÃa en caricias casi crueles que los despertaba en la arcana realidad.