En el confort escribo los versos que llevan bellas palabras, olvido que existió un Borges, cambio de página. La tinta reconoce mi fervor, olvido que existió un Fuentes. Describo con delicadeza y tan profunda la melodÃa en el párrafo, olvido que existió un Cortázar. Experimento la brillantez de las palabras, me exalto, me animo: Lo publico.
En la oscuridad, el arma apunta a mi raciocinio, la pólvora impulsa la bala dentro de mis entrañas convocando la sensatez.